El arroz está muy presente en nuestra sociedad actual, como hemos podido comprobar no solo podemos encontrarlo en el plato con la elaboración de una exquisita paella, también lo encontramos en las canciones o en series de televisión, como Arròs Covat. Pero el arroz va más allá, y llega a la gran pantalla. Este cereal da título a películas o es parte de algunas escenas en las que es degustado por sus protagonistas.
Una de las más conocidas es Arroz y Tartana (2003), basada en la novela de Vicente Blasco Ibáñez. Película dirigida por José Antonio Escrivá e interpretada por Carmen Maura y José Sancho. La película se desarrolla en la Valencia de finales del siglo XIX. Doña Manuela de Fora, una mujer elegante y viuda, vive con la única obsesión de casar bien a sus hijas.
El título de la obra viene por esta expresión en valenciano:
Arròs y tartana, Arroz y tartana,
casaca a la moda, casaca a la moda,
y rode la bola ¡y ruede la bola
a la valenciana! a la valenciana!
Esta expresión irónica viene dada para los nuevos ricos que gastaban más en las apariencias que en aquello realmente necesario, la alimentación. Se comía tan solo arroz blanco para así ahorrar y comprar vestidos y caprichos que la gente en la calle pudiese ver. Así estas personas tendrían ‘aparentemente’ un nivel social y económico mayor del que en realidad tenían.
Podéis ver Arroz y Tartana a través de la web de RTVE a la Carta.
Otro film con arroz en el título es Arroz amargo (Riso amaro), película italiana de 1949 dirigida por Giuseppe de Santis y protagonizada por Vittorio Gassman y Silvana Mangano.
Arroz amargo fue rodada en escenarios naturales en fincas y arrozales de la provincia piamontesa de Vercelli. Arranca al comienzo de la temporada de plantación del arroz en el norte de Italia. Los protagonistas son una pareja de ladrones que acaban de robar un valioso collar en un hotel. Para escapar de la policía tratan de pasar inadvertidos entre la multitud de jornaleras que suben a un tren con destino a los arrozales del valle del Po.
Arroz Amargo fue seleccionada para el Festival de Cannes de 1949 y nominada al Oscar al mejor argumento en 1950.